Me gusta la noche hermosa, cuando la carne calla
y el cuerpo ligero se baña en el éter,
donde el alma libre inventa sus formas.
El dolor allí es sólo recuerdo de un dibujo esfumado.
Y la patria está cerca. Sumérgete ahora en el estro,
¡oh, tú, el de los ojos tachados!,
y dame corcel de palabras,
porque aquí la verdad se nutre de sí
y no del capricho cruel de los dioses.
Concédeme senda de plata
y la nave de Pan que surca los cielos.
Penélope Wendy me espera.
Destruye la ley con tu signo mágico. Campanita me ha abandonado
y mi sombra llora acostada en la cama de Circe.
Del libro Circe, Sevilla, Ediciones Alfar, 2008.
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