A los labios mojados de tu canto
llegué a beber tus notas
de intactas transpariencias.
De tu pureza subterránea
brota libre sin cauce
filtrado de raíz
en la claridad que mana
de tu abierto surtidor,
de tu secreto caudaloso.
Eres agua sin incertidumbre
que sube a la victoria,
dejando un anhelo
de tregua en la sed.
Que desnuda surgías
a la fijeza de una flor nocturna,
besando de rocío
la firmeza
de su tallo de mediodía.
Incesante serenata
de manantial,
himno entre las grietas,
corriente errante de estrellas
de gotas celestes,
fuente de la tierra
que bebí como si fuera
fluyendo en mí la vida.
Fuente Del Avellano.
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