EL ASERRADERO HIDRÁULICO DE EULOGIO
Cómo me hubiera gustado verlos en el banco de trabajo; utilizar el formón, la gubia y escofina para hacer el despiece de los engranajes de madera, acoplarlos a los ejes y que todo funcionara a la perfección, como si se tratase de un reloj. Trabajo de tiempo y mucha sabiduría, pues había que hacer los desarrollos de memoria, los planos y las medidas estaban en la cabeza. Todo un trabajo lleno de pequeños detalles, de normas racionales y naturales, trabajo compartido para años de vida de los tejados y los pisos de las casas y cuadras, pajares, un largo etcétera de maderas nobles aguantando las construcciones para la sobrevivencia.
Esta joya del patrimonio agro-industrial de principios del siglo XX, guarda una riqueza inmensa por ser casi única; solo serraba maderas con rodezno de agua y toda una maquinaria hecha por Ramón y sus hijos. La simplicidad de la maquinaria partiendo del rodezno de canjilones, con el eje vertical, transmitiendo la fuerza a través de engranajes y poleas de diversas medidas, hacían mover los volantes de la sierra de cinta con más de 550 revoluciones por minuto. El carro sobre raíles, acercaba los troncos a la mesa de corte. A destacar las estacas de la presa para almacenar agua (represar), a destacar que en verano tenía prioridad el riego de las fincas; el afilado y el terciar la cinta de corte de una manera artesanal, un diente a la derecha, uno al centro, y el otro a la izquierda. Soldar con un casquillo de bombilla y unos golpes la cinta para su uso; y ya más tarde, poner una dinamo para dar luz al aserradero y a la casa. Castillos para el secado de tabla para la construcción, cerchas, tijeras, cuartones, cabezuelas… oficios duros con alguna que otra recompensa; cabe pensar la de tejados que todavía están en pie con las maderas serradas en el aserradero hidráulico de Eulogio.

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