Al final de esta calle hay una casa
donde no vive nadie.
Y en su patio un farol de luz amarillenta
que brilla débilmente entre geranios, retama y madreselva.
dictando su ritmo inexorable
a los muebles callados, los jarrones de china
y las camas intactas.
está la muerte. Y allí una puerta
para los que comprenden y los que no comprenden,
que da al jardín.
(De Maldevo


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