Julieta Valero Perandones nació en Madrid el 27 de Julio de 1971. Poeta, narradora, ensayista y editora. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Realizó estudios de doctorado en Literatura Española Moderna y Contemporánea. Obra poética: Altar de los días parados, 2003; Los Heridos Graves, 2005; Autoría, 2010. Co dirige y presenta en Madrid el programa de radio A ras de verso en Radio Círculo, del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Es colaboradora habitual de las revistas literarias Encubierta, (Revista Literaria, Editorial Novalibro), Diálogo de la lengua, Fósforo, Babab, La dama duende y Literaturas.com. Trabaja como editora y como especialista en poesía del centro de estudios literarios Hotel Kafka. Es considerada miembro de la Generación Poética del 2000 y su obra aparece en diversos recuentos y antologías de poesía actual. Algunos de sus poemas han sido traducidos y publicados en Francia (La Porte des Poétes, 1999). Su libro Los heridos graves ha recibido el Premio de Poesía Joven de Radio 3 en 2005. Nos dice la autora “Una poética se extiende por diversos ámbitos y toda una vida pero debería comenzar por la razón de la escritura. Escribo porque no hay una proporción directa entre los instrumentos perceptivos (y el ánimo) con los que venimos dotados para realizar el trayecto de la "realidad" cada día y la necesidad de penetración, de comprender, que frecuentemente también traemos de serie. La creación permite intensificar la realidad, trascenderla; alcanzar uno o dotarla a ella (según se sea agnóstico o se piense en el mundo —y en el lenguaje— como algo ya creado) de dimensiones más complejas y profundas. En cualquier caso la poesía es un instrumento para compensar esa VARIEDAD DE AUSENCIAS que sufre el hombre moderno —ausencia de Dios, de espacios para asentar lo que llaman "yo", de voz civil, etc. Será por eso que el creador establece una identificación (probablemente patológica) entre la escritura y la sensación de estar vivo. (El arte parece convertirnos en algo más que nosotros mismos porque es génesis pura, inaugura mundos, además es un entrenamiento perceptivo constante que nos hace mejores y que no sólo produce significados, también placer. De una "certeza" así había que hacer profesión interna.). No creo en el conocimiento como categoría absoluta sino como un menor grado de ignorancia. La poesía es uno de sus más eficaces instrumentos. Sí, creo que después de un periplo histórico plagado de servidumbres ha recuperado su función primera, ontológica, espiritual: quiere nombrar lo inefable, dar cuerpo a través del lenguaje a lo que no es pero cuya ausencia se siente de forma lacerante. Esto no determina ninguna estética concreta; toda opción cabe siempre que la poesía sea necesaria; enunciación del hombre ante la vida y su interrupción. Otra cuestión significativa: ¿Cómo se genera? Existe esa percepción intensa (llámese epifanía, impulso musical, inspiración, etc.) que constituye en sí misma un universo, un espacio. El poeta no lo conoce a priori; extraerlo o crearlo (volvemos al tema de la fe) es su tarea y su oportunidad. A partir de aquí la poesía es construcción y ésta debe ser integradora (la virtud cardinal para casi todo) de una serie de elementos cuyo mayor o menor peso depende de cada cual y su circunstancia pero que han de estar presentes: emoción, reflexión, comunicabilidad, inserción en el tiempo (la memoria...) y en su tiempo histórico. En cuanto a su materia, el lenguaje, la relación con él es necesariamente precaria; el deseo de significar y el aluvión que proporciona lo sensorial se confunden. Pero es una relación hermosa, misteriosa, casi física. En cualquier caso hay que continuar haciéndose siempre el recordatorio de que toda práctica trascendente no es más que necesidad. Olvidar esto nos hace más intransigentes y menos libres.” Reseña obtenida de Revista de Poesía Prometeo Números 77-78 año XXV-2007, XVII Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Poética (supongo)
Todo duerme en mí
Todo habita en cada uno de nosotros
Somos un aleph moribundo de ignorancia
Todos los poemas duermen en mi pecho
Lo mismo que las grandes hazañas y las doradas miserias
De cada minuto
No es mi deber despertar estas cosas
Nadie nos tuvo en cuenta
Cuando las depositó como hojas
En las estancias de nuestra alma
Podemos bramar toda la vida
En lucha de imposible raudal
Podemos respetar el sueño del universo
Que se acuna en nuestras carnesNada es mejor o peor
Todo duerme en cada uno de nosotros
Nadie me imponga la vigilia
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