02 mayo 2012

Lucía Estrada

Cuando la noche se inclina



CUANDO LA NOCHE SE INCLINA
y parece que pronuncia tu nombre,
hundes tus manos en la oscuridad
y buscas a tientas
el cuerpo inabarcable de tu memoria.

Ese pálpito en la punta de los dedos,
la densa respiración de todo cuanto existe,
te obliga a permanecer en la sombra.
Ninguna imagen tiembla en el espejo.
Ninguna superficie se apiada de ti.

Todo está vuelto sobre sí mismo
y nada consigue reflejarte.
Una pausa, y el tiempo detenido cae sobre tu silencio.
Cuántas palabras a punto de oscurecerse bajo tu lengua.
Cuánto deseo en los ojos que se abren por última vez.

Apártate un poco y comprende
que nada podría ser el inicio ni el centro
en este cuarto cerrado,
que todo será dicho de golpe
en medio de la sombra
y muy lentamente.












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