BELLEZA CRUEL
Dadme un
espeso corazón de barro,
dadme unos
ojos de diamante enjuto,
boca de
amianto, congeladas venas,
duras
espaldas que acaricie el aire.
Quiero
dormir a gusto cada noche.
Quiero
cantar a estilo de jilguero.
Quiero
vivir y amar sin que me pese
ese saber y
oír y darme cuenta;
este mirar
a diario de hito en hito
todo el
revés atroz de la medalla.
Quiero reír
al sol sin que me asombre
que este
existir de balde, sobreviva,
con tanta
muerte suelta por las calles.
Quiero
cruzar alegre entre la gente
sin que me
cause miedo la mirada
de los que
labran tierra golpe a golpe,
de los que
roen tiempo palmo a palmo,
de los que
llenan pozos gota a gota.
Porque es
lo cierto que me da vergüenza,
que se me
para el pulso y la sonrisa
cuando
contemplo el rostro y el vestido
de tantos
hombres con el mido al hombro,
de tantos
hombres con el hambre a cuestas,
de tantas
frentes con la piel quemada
por la
escondida rabia de la sangre.
Porque es
lo cierto que me asusta verme
las manos
limpias persiguiendo a tontas
mis
mariposas de papel o versos.
Porque es
lo cierto que empecé cantando
para poner
a salvo mis juguetes,
pero ahora
estoy aquí mordiendo el polvo,
y me
confieso y pido a los que pasan
que me
perdonen pronto tantas cosas.
Que me
perdonen esta miel tan dulce
sobre los
labios, y el silencio noble
de mis
almohadas, y mi Dios tan fácil
y este
llorar con arte y preceptiva
penas de
quita y pon prefabricadas.
Que me
perdonen todos este lujo,
este
tremendo lujo de ir hallando
tanta
belleza en tierra, mar y cielo,
tanta
belleza devorada a solas,
tanta
belleza cruel, tanta belleza.


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