20 junio 2012

Josefa Parra




Josefa Parra. Poeta española nacida en Jerez de la Frontera en 1965. Es una de las nuevas voces de la poesía femenina española. Licenciada en Filología Hispánica, trabaja en la actualidad en la Fundación Caballero Bonald, donde coordina la revista de literatura Campo de Agramante. Ha sido galardonada, entre otros, con el Premio de Poesía Breve Domecq en 1989, el Premio Internacional de Poesía Loewe a la Creación Joven en 1995, por el libro Elogio a la mala yerba, el Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes, París 1999, por la plaquette África  y el Accésit del Premio de Poesía Luis Cernuda, Sevilla, 2000, por el libro Tratado de cicatrices. También ha publicado los poemarios Geografía Carnal en 1997 y Alcoba del agua
en 2002. Es columnista de opinión en prensa diaria y revistas de literatura. Además de ser incluida en diversas antologías, poemas suyos han sido traducidos al portugués, al francés y al árabe. Algunos de sus textos han sido musicados por los cantautores Juan Luis Pineda (Olla de grillos) y Pedro Grimaldi (Adonde quiera que vueles). De su obra y de su vida Josefa Parra ha escrito en 2006:

Siendo una niña tomé la resolución de dedicarme a la literatura, influenciada por los libros que leía con más ilusión que discernimiento. Cuando uno es demasiado joven para calcular los daños y los inconvenientes, se suelen tomar decisiones arriesgadas. Mi obstinación y el íntimo convencimiento de que, en realidad, tampoco sabría hacer ninguna otra cosa, me han empujado a mantener esa elección. Incluso cuando me convencí de que leer era mucho más fácil y gratificante que escribir. Incluso cuando comprendí (bastante desolada) que todo estaba escrito, que cada poeta repite y amplía las mismas ideas, los mismos conceptos. Pues quien escribe se adentra en un terreno mil veces trillado donde la originalidad es un sueño o un espejismo.
Yo escribí –escribo- de la vida y de la muerte, del amor y del desamor, y del paso del tiempo. Como todos. Cambian los planteamientos, la ambientación, el punto de partida, pero en el fondo todos venimos a hablar, mejor o peor, de lo mismo.
Estoy convencida de que la poesía es útil. A mí me sirve como puerta al conocimiento. La utilizo como forma de análisis –con tanto o más de intuición que de raciocinio- y como forma bella de comunicación. A través del poema, propio o ajeno, comprendo el mundo –esos temas eternos que conforman el mundo- y me comprendo. Tiene un grave inconveniente: llega un momento en el que no parece que se viva plenamente hasta que no se escribe esa vivencia; hasta que el hecho, la mirada, el dolor o el goce no pasan por el filtro de los versos y, vueltos esencia y ritmo, se eternizan. No tengo muy claro si de este modo vivo con mayor intensidad o si estoy falsificando la vida. Confieso que cuando la copia supera al original, me siento satisfecha de un poema. Me apasiona, pues, más que la realidad, la ficción.


Poemarios

  • Elogio a la mala yerba (Visor, 1996)
  • Geografía carnal (Diputación de Cádiz, 1997)
  • Alcoba del agua (Quórum, 2002)
  • Caleidoscopio de Venus (Ed. César Sastre, 2005)
  • Tratado de cicatrices (Calambur, 2006)
  • La hora azul (Visor, 2007), el álbum ilustrado Oficios imposibles, con el pintor Carlos C. Laínez (E.A., 2007)
  • Idolatría (Colección Cuatro Mares, 2008).

Antologías

  • La plata fundida (25 años de poesía gaditana) (Quorum, 1997)
  • Ellas tienen la palabra (Hiperión, 1997)
  • La poesía plural (Visor, 1998)
  • Mujeres de carne y verso (La Esfera de los Libros, 2002)
  • Los cuarenta principales (Renacimiento, 2002)
  • Reinas de Taifa (La Espiga Dorada-Fundación Caja Rural del Sur, 2004)
  • Ilimitada voz: Antología de poetas españolas 1940-2002 (Ed. de José Mª Balcells, UCA, 2004)
  • Hablando en plata (Homoscriptum, México, 2005)
  • El placer de la escritura (Universidad de Cádiz, 2005)
  • Poesía viva de Andalucía.- (Guadalajara. México, 2006)
  • Con voz propia. Estudio y antología comentada de la poesía escrita por mujeres (1970-2005).-
  • Renacimiento, 2006  


II -Del olfato



La vainilla; el espliego; el verdín; la canela.
A veces un aroma delgado como de agua,
como de nube o lluvia; a veces un violento
perfume que recuerda la piel de una gacela,
el sudor y la sangre de un animal en celo.
Pero siempre, al final, la vainilla, el espliego...

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