20 agosto 2012

María José Collado



Un grito para espantar a la violencia



           Sin delación
                   I
Arañado silencio de violencia
donde duermen al niño amordazado,
mañana en el colegio, si preguntan,
contará de un tropiezo en lo oscuro,
tachará con un dedo en el aire
el camino tortuoso, real.
                    II
En su sillón de rotos muelles,
la bofetada del castigo,
la lluvia inesperada de la sopa
sobre el deshilachado camisón,
débiles huesos octogenarios
recogen las espigas de las manos
reunidas invocando clemencia.
                   III
Mujer, tuya es la sumisión,
el fuelle de mi ira amor,
entrégate roja, abierta,
te moldeo en el dolor,
mi ariete te busca en el llanto,
se vacía en tu desesperación,
arrástrate, implora,
soy tu verdugo y tu dios.

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