Un grito para espantar a la violencia
Sin
delación
I
Arañado
silencio de violencia
donde
duermen al niño amordazado,
mañana
en el colegio, si preguntan,
contará
de un tropiezo en lo oscuro,
tachará
con un dedo en el aire
el
camino tortuoso, real.
II
En
su sillón de rotos muelles,
la
bofetada del castigo,
la
lluvia inesperada de la sopa
sobre
el deshilachado camisón,
débiles
huesos octogenarios
recogen
las espigas de las manos
reunidas
invocando clemencia.
III
Mujer,
tuya es la sumisión,
el
fuelle de mi ira amor,
entrégate
roja, abierta,
te
moldeo en el dolor,
mi
ariete te busca en el llanto,
se
vacía en tu desesperación,
arrástrate,
implora,
soy
tu verdugo y tu dios.

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