Isabel Pérez Montalbán. Poeta española,
nacida en Córdoba en 1964. Desde muy temprana edad se trasladó a Málaga, ciudad
donde reside actualmente. Su vocación humanística, manifiesta desde que era una
niña, la impulsó a cursar estudios de Magisterio y Comunicación Audiovisual, al
tiempo que comenzaba a colaborar en varios medios de comunicación y en otras
actividades culturales. Paralela a esta preocupación cultural, surgió y se
desarrolló en Isabel Pérez Montalbán una conciencia de clase que la ha llevado a
poner su talento poético al servicio de los grupos sociales menos favorecidos.
En la particular poética de esta autora, el amor y la ternura se dan la mano
para afrontar una desigual pelea contra las injusticias del mundo burgués, unas
veces desde la triste contemplación de los perdedores y otras desde el animoso
espíritu de insubordinación que alienta sus mejores composiciones. Para ello,
recurre a cuantos lenguajes le permiten acercarse a la realidad de las clases
oprimidas (el cine, la música, la televisión), y pone todo su afán combativo en
la creación de una obra poética que busca, por encima de todo, “abanderar mi
rebeldía, denunciar a los responsables, acusar a los pasivos, a los poderosos, a
los vampiros sociales, a los dictadores, a los falsos demócratas, a quienes
malgastan el amor o lo destruyen”. Tal vehemencia combativa se libra de caer en
el género panfletario merced al brillante dominio de los recursos expresivos de
que hace gala la autora. Isabel ha participado en importantes festivales
literarios, como Nocturno de barrio
Las putas de mi barrio llevan
en pleno invierno las piernas desnudas,
y sugieren promesas y tarifas
con el mismo carmín de ciénaga en los labios.
Cultivan en la voz la misma gripe
y en las cuadras del alba tienen sitio.
Se detienen los coches, tiburones oscuros,
como si dentro no estuviera nadie.
Y ellas se acercan, ángeles y turbias,
con el andar ciprés de un niño expósito,
con la sábana sucia en la mirada
y los brazos supervivientes
de las agujas y el granizo.
No hay bastante dinero que salde la intemperie
en los altos tacones de la noche petróleo,
ni ese rumor del óxido y las ratas
que suena igual que grillos roncos
o que los ejes de aquella carreta
en la canción de Atahualpa Yupanqui.
en pleno invierno las piernas desnudas,
y sugieren promesas y tarifas
con el mismo carmín de ciénaga en los labios.
Cultivan en la voz la misma gripe
y en las cuadras del alba tienen sitio.
Se detienen los coches, tiburones oscuros,
como si dentro no estuviera nadie.
Y ellas se acercan, ángeles y turbias,
con el andar ciprés de un niño expósito,
con la sábana sucia en la mirada
y los brazos supervivientes
de las agujas y el granizo.
No hay bastante dinero que salde la intemperie
en los altos tacones de la noche petróleo,
ni ese rumor del óxido y las ratas
que suena igual que grillos roncos
o que los ejes de aquella carreta
en la canción de Atahualpa Yupanqui.

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