Ya ves, poco he cambiado
Ya ves, poco he cambiado
Me
sigue sorprendiendo el pespunte
de
los gallos, rojo en los amaneceres,
la
exhalación húmeda de la tierra
subiendo
por los pies hasta estremecerme.
No
distingo en la frente de quien habla
el
sello de un origen, la lengua
embadurnada,
monocromática,
será
la miopía que no hace distinciones.
Debajo
de las canas que me crecen,
espigas
albinas, sortilegio de otoño,
está
la fuerza del agua, las raíces,
caudal
siempre rebelde de la sangre.
Abismos,
luz, al límite de las pasiones,
equilibrista
sin red y frágil,
huraña,
provocativa ante los focos.
Son
los vaqueros esa segunda piel,
debajo
un espíritu de agua
contradictorio,
valiente en su timidez.
Nunca
terminan las asignaturas,
el
aprendizaje de ensayo y error,
inquieto
motor contra la rutina.
Borro
la norma exacta de la horca,
la
dosis apropiada a los años,
un
rumbo distinto lleva mi reloj,
sacudo
capas de sombra, resurjo.
Fallan
tus estadísticas, lo siento,
el
molde no se ajusta a tus cálculos,
será
que soy extrañamente clara,
dichosamente
ajena a los números.
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