05 septiembre 2012

Maruja Vieira



Maruja Vieira White. Nace en Manizales en 1922. Académica de la Lengua, de número en Colombia y correspondiente hispanoamericana de la Real Academia Española. Poeta, periodista y profesora universitaria, ha publicado diez libros de poesía. Su trayectoria como catedrática de Literatura, Periodismo Cultural y Relaciones Públicas la llevó a varias universidades colombianas, entre las que se cuentan la Universidad Central y la Universidad de la Sabana. Sus méritos literarios y académicos la hicieron merecedora de la Gran Orden de la Cultura del Ministerio de Cultura de Colombia, la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional y la Medalla Honor al Mérito Artístico de Bogotá D. C. Le fue concedida por Chile la Orden Gabriela Mistral, y el departamento de Caldas y su ciudad natal la condecoraron recientemente con la Orden Aquilino Villegas y la Cruz de Manizales. Durante más de diez años fue Secretaria General del P.E.N. Club, capítulo de Colombia, y representó a su país en importantes certámenes internacionales. Su poesía ha sido traducida al inglés, al francés, al griego, al húngaro y al gallego. Su trayectoria literaria y profesional y su defensa de los derechos de la mujer la hicieron merecedora en 2004 del premio de la Fundación Mujeres del Éxito en la categoría de Artes y Letras. Su obra se encuentra compilada hasta el momento en los siguientes libros: Campanario de lluvia (1947), Los poemas de enero (1951), Poesía (1951), Palabras de la ausencia (1953), Clave mínima (1965), Mis propias palabras (1986), Tiempo de vivir (1992), Edición conmemorativa (1997), Sombra del amor (1998), Los nombres de la ausencia (2006) y Mis propias palabras (antología) (2.006).

Compañera y “novia” de los cuadernícolas y de los fundadores del grupo Mito (aunque nunca colaboró en la revista), fue reconocida en su fina calidad lírica desde su primer libro con estas palabras de Álvaro Sanclemente, poeta muerto y olvidado prematuramente:

Su poesía de ahora, dulce y fuerte al mismo tiempo, llena de elementos heterogéneos, de misteriosas sugerencias y cálidas evocaciones, trata el tema eterno e inagotable del amor, pero lo hace en forma sencilla y humana, lejos de toda estridente combustión.

Contraste —o confirmación, mejor— es lo que dice Jaime Mejía Duque en 1984:

El lirismo de Maruja Vieira parece haber seguido en la corriente del tiempo un rumbo inverso al de muchos otros poetas: en vez de diluirse en reiteraciones ciegas de los hallazgos juveniles, sus versos se han ensimismado en una poética cuyos rasgos fueron siempre la economía y la llaneza. Su destino último no seña el hermetismo, sino que por el contrario su comunicabilidad se ha preservado plenamente. Cierto es que lo esencial del mundo, de la experiencia, es bien diverso para cada sensibilidad, en cada poeta. ¿En qué consiste para Maruja Vieira?... Destacaremos un solo tema: el amor...

       Ha sido una activísima colaboradora de los medios de comunicación, líder en verdad del periodismo cultural. Se ha desempeñado en relaciones públicas y ha sido una verdadera embajadora intelectual en Ecuador y en Venezuela. Quedó viuda —en plena luna de miel— del poeta José María Vivas Balcázar, cuando residían en Cali.




Atardecer del sábado

Ha llovido en mis manos,
áspero sol, tu lenta quemadura,
tu fuego repetido.
Ahora son más altas
las montañas azules,
más altas y se alejan en perfiles
de cristal y de humo.
Los rumores del día
se pierden en la tarde.
La noche será larga.
A la orilla del sueño
veré pasar las horas,
silenciosas y cálidas.
Mañana
vendrán a saludarme
los ladridos alegres
de mi perro.
Le diré que se calle,
que es domingo.
No hay que ir al trabajo
ni al colegio.
Despertará la niña
cantando. Nos iremos
los tres. Hoy es domingo
y sale la familia de paseo.
y se me habrá olvidado
por la noche
la tristeza.


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