02 octubre 2012

Miguel Ángel Yusta













PRIMAVERAS ROBADAS


Primero nos dijeron que éramos pobres,
porque debía haber ricos y pobres.
Que nos quedásemos siempre en la fila de atrás
soportando todo con resignación para ir al cielo.
Que ofreciéramos sacrificios para ser bien vistos
a los ojos del Dios de ellos,
los poderosos, vencedores, guardianes de la fe.
No lo entendímos bien,
pero aguantamos fríos,
las carencias y la ropa vuelta de nuestros hermanos,
las peores butacas o los bancos corridos de los cines malolientes,
la tercera clase del tren y el estribo del tranvía.

Bienaventurados los que sufren,
decían desde púlpitos y tarimas.
Abríamos ojos y oídos para no perder ni una palabra
ni un gesto, brazos cruzados sobre el pupitre o los bancos.
Todo estaba en silencio
bajo la amenazadora mirada de las imágenes
de gesto fiero o doliente y ojos extraviados.
Luego,en la cama, aquellas imágenes nos parecían horribles;
nos tapábamos la cabeza, huyendo de las pesadillas
y  la amenaza de una condena al fuego eterno.

Más tarde nos dijeron qué películas debíamos ver,
con una delicada clasificación en las puertas de las iglesias:
tres erre, mayores con reparos
y cuatro, gravemente peligrosa.
Parece ser que Dios no tenía otra misión que iluminar dementes
para inventar aberraciones semejantes.
Y en su nombre, que en vano utilizaban,
abortaron primaveras y cortaron ilusiones

Más tarde decidieron, afortunadamente,
que ya podíamos salir al extranjero
sin carta de llamada ni visado consular.
Cometieron el error de darnos
limosna de libertad y certidumbre.
Nosotros, se la arrojamos a la cara
y, al fin, logramos vivir sin su permiso.

(De  “Recuerdos en gris”)



1 comentario:

Angeles Fernangómez dijo...

"Logramos vivir sin su permiso" Esto sí que es alcanzar la meta. La estructura del poema me gusta mucho. Me recuerda un poco al famoso y hermoso poema atribuido a B.Bretch