06 octubre 2012

Piedad Bonnett





Piedad Bonnett nació en 1951 en Amalfi (Antioquia), Colombia. Desde los 8 años de edad se trasladó a Bogotá. Es licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de los Andes, donde es profesora de literatura en la Facultad de Artes y Humanidades desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño por la Universidad Nacional de Colombia. Por su primer libro De Círculo y Ceniza, publicado en 1989, la autora recibió mención de honor en el Concurso Hispanoamericano de Poesía Octavio Paz. En 1991 estrenó su obra de teatro Gato por liebre. En 1994 publicó Nadie en casa, su segundo libro de poesía. En ese mismo obtuvo el Premio Nacional de Poesía Colcultura con su libro El hilo de los días, publicado en 1995.
En 1996, con Ese animal triste, se reafirma como una de las voces más representativas de la poesía colombiana contemporánea. En el Teatro Libre se monta en 1997 su segunda obra de teatro: Que muerde el aire afuera, bajo la dirección de Ricardo Camacho.
En 1998 publica una antología personal de su poesía bajo el título No es más que la vida y el libro de poemas de amor Todos los amantes son guerreros. Fue merecedora de la Beca Francisco de Paula Santander para un trabajo de dramaturgia (1992) y de una beca de investigación del Ministerio de Cultura (1988) con el proyecto “Cinco entrevistas a poetas colombianos”, que dio origen a su libro Imaginación y oficio. Es miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. En 2005 publicó en la editorial Alfaguara la novela Para otros es el cielo; en esta misma editorial, en 2002, había publicado Después de todo. Entre 2005 y 2010 da a la imprenta:

  • El mundo según Gabriel García Márquez, antología de definiciones
  • Siempre fue invierno, novela
  • Los privilegios del olvido (antología)
  • Las herencias
  • Las tretas del débil
  • El prestigio de la belleza

Sobre la obra de Piedad Bonnett, Ramón de Zubiría escribió:

Si me urgiera precisar en dónde radica, a mi modo de ver, la soterrada, secreta virtud que sustenta el vigor, belleza y singularidad de esta poesía, no vacilaría en referirla a la riqueza de las intuiciones poéticas que, subyacentes, marcan la génesis de los poemas, y a la perfecta adecuación expresiva con que esas intuiciones quedan marcadas en los textos.

En otra lectura, Clara Eugenia Ronderos T., dice:

En su obra me sorprende siempre encontrar que esta magia del lenguaje, que crea una imagen a partir del apareamiento de ideas simples, se repite no sólo al nivel del verso (contigüidad maravillosa de palabras exiliadas) sino también a nivel del poema y del libro donde se crea como una especie de figura fractal que se repite en una dimensión cada vez mayor, hasta alcanzar su objetivo totalizador. Hasta que logra contener en ella todos los destellos de esa realidad que más tarde habrá de definir como monedas y fragmentos de espejo cuidadosamente recogidos en un basurero.


TU NOMBRE



Cuando el dolor ha triturado ya el último hueso de mi noche
y sólo habla el silencio al corazón insomne que hila
y deshila penas y memorias
viene tu nombre hasta mi cuarto a oscuras.
Con un galope seco viene tu nombre abriendo
un camino entre nieblas
instaurando sus voces sus redobles
sus erres que retumban como un grito de guerra
su bronco acento de campana rota.
Tu nombre es tantas cosas:
el recuerdo de un barco que viene de ultramar y sus tercos marinos
el fuego entre la piedra
gota roja
que va tiñendo la pared del alba.
En él puede escucharse la voz de los que creen
con mística implacable y fe colérica.
Pero es también dulzura tu nombre
muro blanco donde mi mano traza los signos del sosiego
lugar donde recuesto mi cabeza.
Entre tu nombre y tú sin embargo un silencio
una grieta nocturna donde anidan los pájaros.


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