En
nombre de la ternura
En ocasiones, me vienen a la memoria recuerdos de mi
niñez. Los abrazos de mi tía cuando volvía del colegio, la sonrisa de mi abuelo
con un guiño de complicidad, las manos de mi madre acariciando mi pelo…y tantos
otros que me hacían sentir, que nada ni nadie, podía romper esa magia. Que todo
estaba bien. Eran momentos blindados. Reinaba la confianza y la seguridad.
Todos nosotros hemos sido niños, pero quizás, en algún momento, hayamos perdido
a nuestro niño por el camino. Quizá nos hayamos convertido en adultos
estresados y poco tiernos.
Creo, que son buenos tiempos, para volver a conectar con todo aquello y esbozar una sonrisa.
Creo, que son buenos tiempos, para volver a conectar con todo aquello y esbozar una sonrisa.
Invitemos de nuevo a la ternura a nuestras vidas. Dejemos que nuestros ojos vuelvan a iluminarse ante algo pequeño. Escuchemos el sonido del mar, la brisa del viento. Sintamos un nuevo amanecer. Observemos el destello del sol. El brillo de la luna.
El ritmo de la ternura es lento. La prisa queda fuera y percibimos con más intensidad el momento presente.
La ternura es siempre un regalo. Es aún más valiosa, en tiempos difíciles como los actuales. Me gustaría hacer un llamamiento a la ternura. Hoy, me gustaría invitaros a compartir la vuestra. Hoy, más que nunca, estamos necesitados de escucha. Afecto. Comprensión. Compañía. Expresar lo que sentimos y que el otro nos acoja. Estar física y anímicamente en el momento adecuado. Momentos de silencio. Todos ellos, actos de entrega y generosidad cargados de significado.
Para nacer, la ternura necesita del silencio. El silencio que se crea cuando escuchamos lo que dice el otro o intentamos compartir sus sentimientos. Hablar de ternura es, en definitiva, hablar de confianza.
Chogyam Trunga (Shambala, La senda sagrada del guerrero) dice que "en la ternura hay un elemento de tristeza que no proviene de la compasión por uno mismo o de una pérdida, sino que es el fruto de una situación natural de plenitud. Cuando se siente ternura, uno está tan pleno como si estuviera a punto de deshacerse en lágrimas. Esta experiencia de tristeza se da porque en este sentimiento el corazón se encuentra totalmente al descubierto, sin piel ni tejido que lo recubran."
No nos equivoquemos. La ternura no es blanda, sino fuerte. Se muestra sin barreras, sin miedo. Deja atrás los prejuicios. La ternura hace fuerte el amor. Implica, por tanto, confianza y seguridad en uno mismo. Sin ella no hay entrega. Facilita relaciones más profundas y duraderas. Su mayor deseo es que el otro esté bien. Se manifiesta en pequeños detalles: un gesto, una sonrisa, una palabra amable, un momento de escucha sincera. No espera nada a cambio.
A nivel fisiológico, es la emoción más renovadora para el ser humano. Cuando sentimos ternura, hay más oxitocina en el torrente sanguíneo y más hemoglobina en la saliva. Nuestras ondas cerebrales son ondas beta. Te hacen ver las cosas con más claridad. Ritmo cardíaco regular. Es el camino idóneo hacia el optimismo y la esperanza. Dicen que cinco minutos de ternura, equivalen a seis horas de regeneración del sistema inmunitario.
Es la emoción más reparadora y la que más, te hace cuidar de los demás.
La ternura hace posible ciertas conversaciones importantes. Es precisamente en ese espacio de confianza, donde podemos tener las conversaciones más íntimas, más trascendentes y más reparadoras. Cuando recibimos ternura sabemos que somos queridos. La ternura abre la puerta de la aceptación, la serenidad, la comprensión y la posibilidad. Nos invita a abandonar nuestros miedos, dejar atrás nuestros viejos prejuicios y creencias y conectarnos con el coraje para mirar a la vida de frente.
La ternura es el nacimiento hacia uno mismo. Es la conexión con lo más profundo de nuestro ser. Y desde ahí, la aceptación. Mía y del otro. De lo que yo soy. De lo que el otro es. Un ser vulnerable.
Ternura y empresa parecen términos incompatibles. No es cierto. Ternura es aceptación. Comprensión. Empatía. Es la admiración y respeto por el otro. Es compartir. Dar sin esperar nada a cambio. Habla de humildad. Generosidad. Falta de ego. Facilita las relaciones con uno mismo y con los demás. Sin ternura es difícil que prospere cualquier relación.
Te invito a coger el timón de la ternura. A liderar personas desde el amor. A observar al otro con el corazón. Comienza por preguntar qué harían otros, confiesa que no sabes qué hacer, comparte cuáles son tus temores y deseos, descubre cuál es tu intención. Fomenta la gratitud. Destrona el lema “información es poder”. Reservarla es el peor símbolo de la desconfianza. Comparte transparencia. Haz empresas humanas. Se contagia lo que se da. Nunca lo olvides.
No lo dudes. Permite que la ternura asome a tu vida. Comparte alegría y en nombre de la ternura… redescubre un nuevo mundo de posibilidades, para ti y para los que te rodean.
“ La ternura es una galaxia viajando por el cielo de los encuentros, que nos prolonga hasta las estrellas de la vida “(Jacques Salomé, también llamado el escritor de la ternura
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