Me
miraste y pude ver
Me miraste y pude ver
tras el salado fuego
de tus ojos,
el odio que nacía en
tus entrañas...
Me pareció imposible
que hace un rato
mirasen tus pupilas
con arrobo,
que bebieran tus
labios de los míos,
mientras gritos
agónicos rompían
el cómplice silencio
de la alcoba,
mientras tu pubis se
apretaba al mío
como en un estertor
de dulce muerte.
¿Acaso en mis
espasmos de pasión,
un nombre se escapó
del subconsciente,
al tiempo que mi
semen,
destrozando la magia
del momento?
Me miraste y pude ver
las lágrimas rodar
por tus mejillas,
esas perlas amargas
como hiel
que tuve que
absorber, una por una,
y abrasaron mi alma
rompiendo el corazón
en cien pedazos.
Te miré y pude ver
a través de la sal de
mis pupilas,
mudar tu rostro a una
dulzura tal
que vi amor palpitar
junto a tus labios,
y los besé temblando
entre sollozos.
Te abracé, me
abrazaste,
nos abrazamos,
e hicimos el amor
enrabietados,
como fieras salvajes.

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