Poeta, ensayista y traductor español,
nacido en Bilbao en 1951.
Doctor en Filología Románica, ha sido catedrático de Filología Española en la Universidad del País Vasco y en
New York University; asimismo ha sido profesor investigador en el Colegio de México, México D.F., profesor titular
de la Cátedra de Pensamiento Contemporáneo de la Fundación Cañada Blanch en la Universidad de Valencia y director
de la Biblioteca Nacional. Desde marzo de 2001, ocupa el cargo de Director del Instituto Cervantes.
Ha recibido importantes premios, entre los que se cuentan, Icaro de literatura en 1988, Espasa de Ensayo en 1997,
Premio Nacional de Literatura en 1998 y Fastenrath en el año 2000.
De su obra, merecen destacarse los siguientes poemarios: «Diario de un poeta recién cansado" en 1986, "Suma de varia
intención" 1987, "Arte de marear" 1988, "Los paisajes domésticos" 1992, "Agradecidas señas" 1995, "Tiempo desapacible"
en 1996, "Poesía reunida" 2000 y "Viento sobre las lóbregas colinas" Visor 2008. ©
Doctor en Filología Románica, ha sido catedrático de Filología Española en la Universidad del País Vasco y en
New York University; asimismo ha sido profesor investigador en el Colegio de México, México D.F., profesor titular
de la Cátedra de Pensamiento Contemporáneo de la Fundación Cañada Blanch en la Universidad de Valencia y director
de la Biblioteca Nacional. Desde marzo de 2001, ocupa el cargo de Director del Instituto Cervantes.
Ha recibido importantes premios, entre los que se cuentan, Icaro de literatura en 1988, Espasa de Ensayo en 1997,
Premio Nacional de Literatura en 1998 y Fastenrath en el año 2000.
De su obra, merecen destacarse los siguientes poemarios: «Diario de un poeta recién cansado" en 1986, "Suma de varia
intención" 1987, "Arte de marear" 1988, "Los paisajes domésticos" 1992, "Agradecidas señas" 1995, "Tiempo desapacible"
en 1996, "Poesía reunida" 2000 y "Viento sobre las lóbregas colinas" Visor 2008. ©
Qué inútil el recurso a
los recuerdos
o al consuelo banal de otras caricias,
porque has perdido para siempre a aquélla
que devastó tu carne enamorada.
o al consuelo banal de otras caricias,
porque has perdido para siempre a aquélla
que devastó tu carne enamorada.
(Sólo el remordimiento
prevalece).
"Diario de un poeta
recién cansado" 1985
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