Atravesando olvidos
Bajo el polvo mohoso del
desván
cachivaches inútiles dormitan
el sueño de los justos.
Ilusiones de un mundo trasnochado
que tan solo ratones y palomas,
disfrutan a placer.

Entre los trastos veo, en un rincón,
sobre
una silla rota,
aquella vieja radio, polvorienta,
donde en noches
furtivas se escuchaba,
con el volumen bajo y con temor,
Radio Moscú, la
radio del exilio,
o aquella interminable cantinela
de discos dedicados:
Radio Andorra.
La bici de mi padre,
pintada, repintada y oxidada,
se apoya sobre un muro de recuerdos,
de vientos y de soles en el rostro
por senderos de ruinas,
en las doradas tardes juveniles.
Juguetes obsoletos, inservibles,
guardados con cariño por mi madre,
y aquel viejo baúl,
cosido a la pared por telarañas,
el que en mis
fantasías infantiles
guardaba unos tesoros fabulosos,
que nunca fui
capaz de destapar
por temor al misterio.
Camino levitando sobre
todo,
con el alma encogida,
por no romper el orden de los años,
por
no mudar de estado aquellas cosas.
Entonces soy consciente de que estoy
atravesando olvidos.
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