Uberto Stabile,
Trece pruebas de
amor y un vampiro
Tiene la piel sedienta, tiembla
caundo me mira y es consciente de su
ridículo
mientras habla sin decir lo que pasa.
Intentará que yo le abandone con
tal de no reconocer que su amor ha muerto.
Cuando mira el paisaje en el que
yo habito, tan sólo alcanza a ver una roca desierta en mitad del
océano.
Tiene tanto miedo a su inocencia
que se declaría culpable de cualquier crimen que no hubiera
cometido.
Lo más hermoso y humano que
posee, es su propio miedo a parecer
tan frágil como en realidad
es.
Siempre que me llama es para
decirme adiós, y cada vez que
tenemos que separarnos llora
como un niño desconsolado.
Vivimos lo mejor de nuestras
vidas en un momento, nos hacemos
eternos en un instante, y el
mundo nos parece un planeta lejano,
cuando abrazados somos dueños de
nuestro fugaz destino.
Ese amor secreto, prohibido,
imposible, en su locura, su fe ciega, es
más puro e intenso que todo el
amor que puedan acumular las
caricias de una vida
compartida.
Ninguna sombra ha brillado tanto
como la sombra en la que, por
amor, he sido
confinada.
Tiene sus ojos las palabras
justas.
Si él habla de amor lo haría sin
nombrar el amor, a una mujer esa
palabra no le duele
pronunciarla.
Sé que no es azul el mar cuando
se encierra en un vaso de cristal,
que la luna no siempre es
blanca, ni la luz de las estrellas eterna, y
aún así prefiero creerte; sus
mentiras no son menos ciertas y hacen
más hermoso este
infierno.
Como el viento que precede a la
tormenta y agita las finas acacias,
como el intenso olor de la
tierra mojada, como un barco a la deriva,
así es mi amor. El deseo que me
conmueve.
el vampiro:
Quién pudiera contigo llorar
esta pasión, empuñar una lágrima y
disparar sobre
Dios.
Foto
de : Model Stefan Erik
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