30 enero 2013

Carmen Ruiz
















Me asfixio…




Dame la mano, siente como late mi alma,
está loca, pérdida, quizás ciega…
envuelta en plásticos negros,
con la boca cerrada,
y el pulso a galope tendido.

Dame la mano, el muro es alto.
Si pudiera mirar más allá,
ver ese horizonte plácido,
ese manto de flores y colores,
y correr, volar al compás del viento…


Dame la mano, dame tu cuerpo,
dame el calor que llevas dentro,
frena mi corazón por un momento,
abre mis ojos, que vean la luz,
mece mi pelo,
susúrrame aunque sólo sea el aliento.

¿Dónde estoy? No me encuentro.
Perdí la sonrisa, la ilusión, los sueños…
Entre las piedras, tras el eclipse,
en tu puño cerrado,
tras las cortinas del misterio.
¿Dónde estoy? No me encuentro.


Duerme mi niña, duerme,
acurrúcate en tu fuerza,
habrá un mañana, una mañana,
un nuevo anhelo en tu almohada.
Descansa mi niña, descansa,
la pesadilla se aleja,
no temas por nada.

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