27 enero 2013

José Sanchez del Viejo





REALIDAD

Nada es extraño.
La luz del sol también se extingue.
El inmenso silencio tiene límites
que ensordecen la voz de lo suave,
de la calma del mar sin oleajes,
donde la soledad se masifica
y pone multitudes depravadas
en el punto de mira de la tarde,
cuando las amapolas, consternadas,
lloran el consabido cataclismo
de saber que acabó la primavera.

Dos y dos; no son cuatro.
La ecuación tiene límites difusos,
no se pueden acotar los resultados.
Las ciencias anunciadas como exactas
se escapan de las listas de la lógica.
El resultado puede ser un disparate.

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