Autor:
Toño Morala.
Cerramos esta reseña con Pedro “El Aceitunero” y su
mujer María; vendedores ambulantes que se asentaron en Mansilla allá por 1.956,
y que tienen una historia llena de duro trabajo. Pedro es de un pueblo de Ávila,
de Serranillos, y con su mula “Azucena” recorrió media España con aquellos
maletones llenos de Pimentón de La Vera, de higos pasos, de velas, de chocolate
y aceitunas. En una campaña llegó a vender más de 4.000 kg. de pimentón; lo que
ahora llaman logística, ya lo hacía Pedro hace más de medio siglo. Compraba el
pimentón en La Vera y lo facturaba a varias estaciones de su recorrido por la
provincia de Toledo, Madrid y toda Castilla y León. Venía vendiendo el apreciado
pimentón por todos los pueblos hasta llegar a Mansilla, tardaba hasta más de
diez días en llegar caminando con su mula “Azucena”, como también llegaba A Dos
Hermanas, Sevilla, para comprar aceitunas de todo tipo, encurtidos ricos.
Tuvieron y tienen tienda de ultramarinos, y con dos furgones venden por toda la
comarca. Hoy aún lo siguen haciendo Lucio su yerno, una hija, mientras la otra y
su nieto Paco regentan la tienda. A Pedro y María les haremos un reportaje bien
merecido para más adelante.
Florencio Barredo con su carro. (Foto: Toño Ceballos) |
Siempre hay buenas gentes en los pueblos y Villas,
gentes que se han buscado la vida a base de duro trabajo y una honradez a prueba
de todo. Gentes que comerciaban ambulantes por las Comarcas con sus productos de
todo tipo. Todo lo que era necesario para la sobrevivencia de los hombres y
mujeres, era digno de venderse, y con esa dignidad fueron sacando adelante las
casas, los hijos, los padres, los abuelos. Así, se asentaron familias venidas de
otras partes, y así Mansilla de las Mulas fue creciendo y convirtiéndose en
cabecera de comarca. Una Villa llena de encantos en pleno Camino de Santiago. Y
entre esas buenas gentes, hoy recordaremos a algunas que andaban de pueblo en
pueblo vendiendo desde cacahuetes, velas, pimentón, aceitunas, tripas para la
matanza, vino…arreglaban potas y paraguas, y vendían cientos de helados en las
fiestas de los pueblos; recorrían largas distancias con sus carros y mulas, con
las alforjas llenas de sueños y mercancías variadas. Los vendedores ambulantes
de Mansilla de las Mulas tenían fama a partir de la famosa feria de San Martín
allá por el once de noviembre y ya desde la edad media. Comentaremos sobre esos
hombres y mujeres que tan duro han trabajado para dejar a sus familias negocios
prósperos y comercios que todavía funcionan a pesar de la
crisis.
La lista es variada y llena de anécdotas. Desde el
ya famoso Panines que recientemente ha cumplido los cien años, que llevaba
quesos a León y traía la paquetería para el comercio de Mansilla, hasta la
vieja fábrica de fideos de Germiniano Robles, hombre tenaz e inventor, que
aparte de fabricar fideos, los vendía con su bicicleta por todos los pueblos
del contorno.
También un grato recuerdo para Modesto y Milagros,
los confiteros y heladeros, que en verano salían con su carro-moto a todas las
fiestas a vender helados de todo tipo, desde aquellos cortes de mantecado y
nata, hasta los polos de hielo de naranja, limón o fresa.
El confitero
y heladero Modesto y su carro-moto de los helados. (foto: Toño Ceballos) |
Aquellos estañadores que componían de todo, desde
remaches para las potas o cubos y baldes de zinc, arreglaban paraguas y
hacían canalones para las casas y bajantes. De Palanquinos vinieron Pepa y
Argimira que tenían el taller al lado del arco de la Concepción. “Perdigón”
Gabriel Baños, era otro de los estañadores y componedores asentados en la
Villa; en un carnaval de los de entonces, a “Perdigón” se le ocurrió la idea de
pegar con estaño un duro a la acera, y todo el mundo se tiraba a por el duro,
pero no lo podían coger, pues estaba soldado, mientras las risas burlonas de los
asistentes se dejaban ver.
Otro de los hombres importantes fue Daniel
“Picalimas”, un herrero muy trabajador y fino. Según veía al animal sabía a la
perfección de donde cojeaba y reparaba con callos a las vacas de trabajo y
bueyes, recorría toda la comarca en bicicleta y era tan fuerte que no necesitaba
del potro para realizar su trabajo.
Otro de los nombres famosos por vender tripas con
su madre Candelas, fue Pedro Barredo, hermano de Panines y que también traía la
paquetería desde León; eran los Seur de hoy día. Y otro hermano de estos fue
Florencio Barredo, que trabajó durante muchos años para la fábrica de gaseosas
de los Pichichis. Con su carro y burro “Felipe”, que era el burro más listo del
mundo, tenía marcha atrás y sabía todas las rutas del reparto. Celestino era
otro hermano e hijo de Candelas que tuvo seis varones y una mujer; se dedicaba a
vender en burro por los pueblos queso.¡¡¡Cagüen la burra dios…!!! del gran
Badás, cacharrero y chatarrero, una gran persona y gran pescador, conoce todo
el gran río Esla como la palma de mano. Otras cacharreras fueron Isabel y
Bernardina, esta última falleció hace pocos días.
Arturo y Ángeles tenían dos puestos, uno de chuches
y juguetes para los niños, y otro para vender vino por las ferias y fiestas de
los pueblos; también tuvieron una frutería en frente de la Iglesia. También
fabricaban fideos y Rosario, su hija, ayudaba en todo; tan pronto cargaba el
carro como ventilaba con un cartoncillo la producción de fideos y los colgaba en
varales. Con carro y mula fueron sacando a la familia adelante. La famosa Nisia
con su bombo de castañas y también su puesto de chuches. Catalina y Emilia
vendían fruta por los pueblos y tenían tienda en frente del bar Mansilles. Ahí
comenzó Alonso a vender por los pueblos fruta y todo aquello que pedían y pasó
después a tener y todavía la llevan su mujer Magdalena y sus hijos, la famosa
Confitería Alonso.
Una anécdota famosa es la de Antonio Moro y Emi,
que de chavales vendían churros por las casas y por cada docena que vendían, el
churrero les daba uno de sueldo, no cobraban en dinero, pero llenaban la barriga
de los ricos churros.
“Los Pañeros”, unos gallegos que vendían todo tipo
de paños y paquetería, que recorrían los pueblos con carro y mula, y que
también tuvieron tienda en Mansilla.
Celi y Antonio Ceballos con las
bicicletas de repartir pescado. (Foto: Toño Ceballos) |
Mención especial para los pescaderos de Mansilla
que con sus bicicletas iban a León a comprar el pescado que luego vendían por
la Comarca. Miguel Gutiérrez, Antonio Ceballos, Celi y los Botas. Todavía hoy
los hijos de Miguel y Violeta, Juan Carlos Y José María, venden pescado por
todos los pueblos, así como desde el año pasado, sus nietos regentan la
pescadería familiar.
Nombramos a Poli, pintor, escultor, músico, que con
la orquesta Rodríguez tocaban por los pueblos en fiestas. Y recordamos también
a Daniel Sánchez “el pellejero”, que recorría los pueblos con carro y
macho comprando pellejos de vaca y cordero para encurtir y a su vez venderlos
para zapateros y fábricas de cueros.
Pedro "el aceitunero" y su mula Azucena |
No podemos olvidarnos de Geminiano “El Molinero”,
de David “El Huevero”, de Fernando Brezmes el de la Tiendina, que vendieron
también ultramarinos. Pedimos disculpas por aquellos que seguro no nombramos, un
recuerdo también para ellos, esos ambulantes que con tanto esfuerzo y trabajo,
con humildad y sencillez, sacaron adelante a sus familias, y escribieron la
historia de nuestros pueblos. Pequeño homenaje merecido.
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