03 marzo 2013

Begoña Abad






Un día te hiciste mayor.


Lo supe porque dejaste de venir


a acurrucarte a mi lado


los domingos por la mañana.


Dejaste de buscar el calor


de mi costado


y mi mano distraída


haciéndote dibujos en el pelo.


Dejaste de pedir que te contara


cómo eras de pequeño


y cómo era yo y cómo tu abuelo


y apareciste, sabio ya.


Todo lo sabías en esa  mañana triste.


Me costó acostumbrarme


a verte aparecer en la cocina


con el ceño fruncido, silencioso.


Tuve que aprender a quererte de nuevo,


también así, distante y gris.


Aprender que sólo era un baile de disfraces


en el que me tocaba adivinar


de qué ibas vestido,


pero sabiendo que siempre


detrás estabas tú,


igual que tú esperabas


que yo estuviera siempre


esperando, sin disfraz.

No hay comentarios: