07 marzo 2013

Joan Margarit

Caligrafía



Ha apoyado la frente en el cristal

frío, empañado, con trasluz de invierno.

Escribe el nombre de ella y, a través

de las líneas que traza con el dedo,

la ha visto en un paraje solitario

con el mar y las rocas en la noche.

Al fondo, las estrellas: de pronto, las gaviotas

alzan el vuelo como un resplandor

al paso de un falucho. Se ha engañado:

detrás de la ventana hay una calle

que el alba hace más triste, sin un alma,

con coches aparcados.

Tras las líneas comienza a amanecer:

el sol naciente borrará ese nombre

en la escarcha rosada del cristal.














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