Ha surgido de un rincón
como un humo sin fuego,
una forma encorvada
arrastrándose en
sombras.
En el lecho un
hormigueo
se aventura por las
piernas,
sensación de vendados
dedos
que acarician la carne.
Oquedad de las horas
en el tren de la noche,
como motas de polvo
navegan por el aire
hacia la cúpula del
silencio.
Entre vueltas que
alertan
de la fragilidad del
sueño,
un cordel de palabras
se balancea en los
labios.
En las sienes el roce
de suspendidas plumas,
sostenida vigilia
entre uñas y redes,
la urgencia del pulso
un tic tac de relojes.
Esa sombra entrenada,
ese humo sin nombre,
se hace uno conmigo,
se acopla a la sangre
con parsimonia de
huella.
Tentáculos me abisman
al mundo de los sueños,
camisón de niebla ceñido
a una pobre marioneta.
Nieve lenta cayendo
en el brocal de un
pozo,
el sueño vengativo,
la firma del cansancio.
Del poemario: Tapiz de agua
Del poemario: Tapiz de agua
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