CANCIÓN
PRIMERA
Se ha
retirado el campo
al ver
abalanzarse
crispadamente al
hombre.
¡Qué
abismo entre el olivo
y el
hombre se descubre!
El
animal que canta:
el
animal que puede
llorar
y echar raíces,
rememoró sus
garras.
Garras
que revestía
de
suavidad y flores,
pero
que, al fin, desnuda
en
toda su crueldad.
Crepitan en mis
manos.
Aparta
de ellas, hijo.
Estoy
dispuesto a hundirlas,
dispuesto a
proyectarlas
sobre
tu carne leve.
He
regresado al tigre.
Aparta, o te
destrozo.
Hoy el
amor es muerte,
y el
hombre acecha al hombre.
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