Pilar Blanco Díaz nació en Bembibre
(León) y vive en Alicante desde 1985, donde imparte clases de Lengua y
Literatura. Ha publicado, hasta la fecha, nueve libros de poesía: Voz primera. Poemas de amor y agua.
Barro (Colección Vasija de poesía) 1982. Mundos disueltos. Algaida, Sevilla,
1998. Vocabulario íntimo. Instituto
de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1998. A flor de agua. Visor, Madrid, 2000. Mar de silencio. Ayuntamiento de Las
Palmas, 2004. Ceniza. Hiperión, 2004.
La luz herida. Algaida. Sevilla 2005.
El jardín invisible. Rialp, 2007 y
Zarzalúa (traducción al gallego) La Coruña, 2007. Figura en antologías como Barro. Antología primera. (1978-1993).
Sevilla, 1993; Presencias del origen en
la poesía leonesa actual. (Homenaje a Antonio Colinas.) León. Colección
Letras de Venatia, 1999; Diez años de
poesía del Premio Jaime Gil de Biedma, Diputación Provincial de Segovia,
2000; Alimentando lluvias, antología
realizada por Antonio Gracia, con introducción del profesor Ángel L. Prieto de
Paula. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante 2001. Ilimitada voz. Antología de poesía
escrita por mujeres a cargo de José Mª Balcells, Universidad de Cádiz 2003. Nuevas voces y viejas escuelas en la poesía
española (1970-2005) Estudio de Juan Cano Ballesta. Ed. Atrio, Granada,
2007, La musa funámbula. La poesía
española entre 1980 y 2005. De Rafael Morales Barba, Huerga y Fierro
Editores. Y ha colaborado en publicaciones como Zurgai; El caracol del faro, Piedra de
molino, Barcarola, Exlibris, Losada, Trecetrenes, Artes y Letras etc. Ha
recibido, además, distintos premios de poesía entre los que destacan el
Francisco de Quevedo, Madrid, 1995; un accésit del IX Premio Jaime Gil de
Biedma, Segovia, 1999. Premio Internacional Miguel Hernández, Orihuela 2003;
Premio Alegría, Santander 2005 y San Juan de la Cruz, Ávila 2007.
LO QUE NO SE APAGA
Soy la
insistencia, el embate del agua contra las rocas,
el viento
que se enreda en el velamen
y hace
sonar la música doliente de las hojas del chopo.
Soy el
regreso, el susurro insidioso de lo caduco ya,
la imagen
que los párpados cerrados multiplican,
el filo del
insomnio abriendo túneles
en la
mente, hiel en las comisuras,
acíbar en
los labios.
Soy la
locura, un tañedor de flauta con una cerbatana
que hiriera
de belleza los oídos del mundo,
de soledad
los dedos
que aferran
su inocencia corrompida.
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