Nací en ese infierno con vistas al mar llamado Vigo el día quince del mes de septiembre del año 80 del siglo pasado. Desde entonces he muerto varias veces. He seguido escribiendo, a pesar de todo, por puro aburrimiento, por incapacidad absoluta y demostrada de hacer otra cosa. Me han publicado dos libros: Gominolas para los patos y Música para atravesar los túneles. Lo más normal es que me muera sin volver a publicar otro libro. Cuando lo haya hecho, cuando me haya muerto de verdad, donaré mi alma a la ciencia y mis poemas a los analfabetos.
Manifiesto
Yo,
que siempre he sido un infiltrado,
un impostor, un paria, un cero a la
izquierda,
un simulacro fallido de hombre libre, un
traidor cutre,
un gordo obsceno, un apestado.
Que me crié entre católicos sin estar
siquiera bautizado,
que renegué un millón de veces del dios al
que rezaban,
que me agaché y guardé silencio y admití
ser como ellos
aunque por dentro los odiase con todas mis
fuerzas.
Que me fingí conservador por mantener un
puesto de trabajo miserable,
hasta que me di cuenta de que la dignidad
valía más que el miedo al hambre,
y entre los pobres que me quieren hago gala
de un éxito que no me pertenece,
siempre que puedo, porque es más fácil
mentir que decir lo que se siente.
Que, en vez de gritar y rebelarme, pagué
con desdén a quien me dio desprecio,
que sobreviví huyendo del conflicto, de la
responsabilidad, del compromiso,
que me hice el loco cuando hubo locas que
decían amarme, aun sin amarlas,
que oculté mi enfermedad por temor a ser
rechazado por los estúpidos.
Yo,
abanderado del fracaso, mentiroso,
chantajista,
cobarde, rata inmunda, poeta infame,
oportunista,
que no siempre confié en quien debí haber
confiado,
que vendí barata mi integridad, porque era
pobre y además imbécil,
y me estrellé contra muros que sólo
existieron dentro de mi cabeza,
admito todos y cada uno de mis errores, uno
por uno,
y no me arrepiento de ninguno, porque soy
un necio.
1 comentario:
Publicar un comentario