03 abril 2013

Milagros Terán









    Que el roce de su ala no me arrastre
    que pase de lado, obtuso
    vago, loco, desquisiado.
    Que no quede prendida en mi memoria
    la visión de su figura,
    que puedan mis ojos esquivar su mirada.
    Que olvide que existo en esta circunstancia
    en este país, en este fin de siglo
    en que lavo mi rostro de un cuenco vacío
    y reparo en la suerte
    que avisan las líneas de mis manos.
    Que no vuelva a tocarme con su dedo de luz,
    que no anhele dejarme marcada
    que su aliento caliente mi almohada.
    Díganle sí que cuando el día muera
    venga en la noche a visitar mi cama
    y que cabalgue sobre mi
                sin verme el rostro
                sin decirme su nombre
    y que mañana
                como un ladrón se esconda.


No hay comentarios: