Siento el dulzor de tus besos en mis labios,
el vuelo de las aves que retornan,
la flor de primavera que eclosiona,
la vida que presenta sus encantos.
Canto a la esperanza que de nuevo surge
pues de nuevo me has mirado
con tus nítidos y sensuales ojos.
Tu pupila, posada en mi mejilla,
ruborizó mi cara.
El roce de tu piel sembró el deseo
y mi mente voló como posesa
en busca del encuentro
que emana vida nueva.
Hoy, como siempre que te tengo,
has vuelto a deshojar la margarita de mi vida
llevándome al sí quiero,
al perpetuo paraíso del amor eterno,
a ese que los años nos fueron conduciendo.


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