06 mayo 2013

Lupe García Araya







Debo encontrar un mar
que obligue a fecundar mis ilusiones.
Volver a ser limpia y clara,
paisaje exacto,
reclamo de sueños y futuro,
dueña de besos y caricias.
Debo ser como un lamento largo,
algo dolorido y pesado
que empieza a caminar en los atardeceres.
Hecha de eternidades y mariposas,
de repetidos cristales blancos,
de principios sencillos como espuma.
¡Ojalá mañana fuera un dulce labio al borde de la locura!

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