07 mayo 2013

Reme Alvarez Díaz


Reme Alvarez Díaz

La fábrica

El camino,
empapado, abrupto
refresca las ruedas
que ejercen su habitual itinerario,

Es curioso cómo erosiona
mitigando el dolor
para que no  piensen
que  les daña;
a  ellas,
que  fustigan y  oprimen,
ellas,
que arrogantes,
sellan el viaje
una vez tras otra.

Desde la parte más empinada
se ven las viñas,
ejército adiestrado
en formación,
aún adolescentes,
cura del ánimo deprimido
paraíso terrenal.

La casa acepta
la preferencia al verde
y calla con resignación
sabiéndose bella,
con la seguridad que dan los años.
Refugio  último del  viajero.

A la derecha, la iglesia,
Ave Fénix,
remanso de oraciones,
vértice de almas,
trono del silencio.

Más allá la Fabrica,
hoja de lata que navegaría,
ahogada en sudor añejo
de manos adiestradas,
pequeño universo furtivo.

Y  tú.
Esperando  la lluvia,
sonrisa amplia,
brazos extendidos,
ojos curiosos,
queriendo adivinar
qué  nuevas traes;  
todo amor.

Como si todos fuéramos únicos,
como si fuera la única yo.

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