
La fábrica
El camino,
empapado, abrupto
refresca las ruedas
que ejercen su habitual itinerario,
Es curioso cómo erosiona
mitigando el dolor
para que no piensen
que les daña;
a ellas,
que fustigan y oprimen,
ellas,
que arrogantes,
sellan el viaje
una vez tras otra.
Desde la parte más empinada
se ven las viñas,
ejército adiestrado
en formación,
aún adolescentes,
cura del ánimo deprimido
paraíso terrenal.
La casa acepta
la preferencia al verde
y calla con resignación
sabiéndose bella,
con la seguridad que dan los años.
Refugio último del viajero.
A la derecha, la iglesia,
Ave Fénix,
remanso de oraciones,
vértice de almas,
trono del silencio.
Más allá la Fabrica,
hoja de lata que navegaría,
ahogada en sudor añejo
de manos adiestradas,
pequeño universo furtivo.
Y tú.
Esperando la lluvia,
sonrisa amplia,
brazos extendidos,
ojos curiosos,
queriendo adivinar
qué nuevas
traes;
todo amor.
Como si todos fuéramos únicos,
como si fuera la única yo.
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