26 agosto 2013

Antonia Naranjo París



El desvelo, con la sangre revuelta y amarga,
reclina sobre la almohada
aquellos días de comunicación,
aquel tiempo sin edad que tuvimos.

Para mí fue lo más parecido a un sueño,
para ti, quizá, hilos de espuma,
o tal vez
ceniza cenicienta.

Mi voluntad, adoctrinada en Amado Nervo,
adiestrada en férrea disciplina
aquella potencia de mi alma,
que rugía, que arrasaba con desenfreno.

Hoy siento que me fue hurtada
por la frustración de un deseo enamorado.
Por el vano intento de un soñar
con lo imposible.

Por las malas palabras
de una boca tan hiriente,
tan filosa,
y por este dolor escapado de la cordura,
que se me hace viejo,
que se me hace rancio.
Qué pena
y qué vergüenza siento
al ver mi dignidad  tan humillada,
tan distorsionada.
Sin rasgos de lo que fue.
Mi orgullo, ya frío cadáver
lo enterré sin exequias
en algún rincón olvidado de identidad.
La noche aún permanece abierta para mí,
para ti, no sé…
Tal vez
se cierre en espesa codicia.



Pintura de Antonia Naranjo Paris








No hay comentarios: