Máscara
Cruza el umbral, vergel
de sencillez,
deja su otro rostro, el
de metal,
rígido, inanimado en la
pared.
En las habitaciones de
su casa
recupera el molde de
sus rasgos,
la sensatez, el hilo
del corazón.
Cae debilitada la
costra, expira
por todos los sumideros
de la piel,
La indiferencia, la
impostura,
capas unidas a la ropa
triste,
a la exigencia de
reglamentos,
fulminadas como
molestas moscas.
Desahogado el tiempo
respira
se hace música, idea,
horizonte,
santuario único,
inexpugnable.
Fuera ladra la noche
apaleada
por uniformes y llaves
inglesas,
pacta un armisticio con
la luna.
Pintura de : Antonia Naranjo Paris.
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