08 agosto 2013

Olga Elena Mattei

Olga Elena Mattei Echavarría. Medellín, Colombia (1933). Es reconocida como una de las mejores poetas de Colombia. Desde pequeña estuvo rodeada por el arte y el buen gusto y estudió teatro, ballet y escultura. Se graduó en Filosofía y Letras y en Arte y Decoración en la Universidad Pontificia Bolivariana. En 1962 publicó “Sílabas de arena”, el primer libro de una extensa obra que incluye “Pentafonía” (1964), “La gente” (1973), “Huellas en el agua” (1974), “Cosmofonía” (1975), “Conclusiones finales” (1989), “Regiones del más acá” (1994), “Cosmoagonía” (1995), “Los ángeles del océano” (2000), “Escuchando al Infinito” (2005) y “El profundo placer de este dolor” (2007). Su trabajo ha sido traducido a diferentes idiomas y ha sido incluido en más de ochenta antologías, enciclopedias, diccionarios, páginas web y textos nacionales e internacionales. Olga Elena Mattei ha recibido distinciones como el Premio Nacional de Poesía Guillermo Valencia (Colcultura, 1973), el Premio Internacional de Poesía Café Marfil (España, 1974), la “Orden Les Aniseteurs du Roi” (París, 1976), el Premio Nacional de Poesía Porfirio Barba Jacob (2004) y el Premio Nacional de Poesía Meira del Mar en 2007. La cantata “Cosmofonía” fue estrenada en Francia en 1976 por la Radio y Televisión Francesa con música del compositor Marc Carles. Ha sido modelo, crítica de arte, publicista, diseñadora, directora de galerías de arte y es frecuente invitada a congresos como ponente y como lectora de sus obras en importantes salas de diversos países.
El amor, para Olga Elena Mattei, ha sido el eje de su existencia y de su obra literaria. Y es el que dicta sus palabras para expresar también el asombro, el dolor, la alegría, el goce, la emoción simple ante el mundo, la gente, los fenómenos físicos y aun, las realidades metafísicas que la obsesionan, puesto que de hecho, el arte en sí no es más que la manifestación concreta del amor humano en su plenitud.




Sincronía

Hechos los dos de lumbre y lejanía,
afinados al eco del recuerdo,
ambos en sincronía,
somos fuego.
Alimento febril
de mi cerebro.
Química de neutrones
en neuronas ilusas
que fusionan
mi mente con tu fuero.
Esculturas de carne
purificada en vuelo,
se alzan en mi memoria
en medio del silencio
y reconstruyen los instantes
que vivimos temblando
como imanes
de piel y pensamiento.


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