
ANNA
No sé reprimir la conmiseración hacia mí mismoporque soy tan vulgar como los cantos de victoria.
Fue su voz y no otra cosa
No sé reprimir la conmiseración hacia mí mismoporque soy tan vulgar como los cantos de victoria.
Fue su voz y no otra cosa
la que me trajo las trenzas y los ojos como abismos
donde dejarse caer la falda corta
plisada hasta las manos y un rubor como de primer beso.
De aquella voz fueron los primeros bocetos los planos
y los planes de futuro o presentimiento o nada
pero ella era real y misteriosa o quizás
fuera de otro por entonces no estoy seguro
de que el primer café fuera importante aunque su voz
sonase ya en mis labios y a la vez el Frente Sandinista
y algunos colombianos venidos por la fuerza mayor
y los chilenos el cine era el escueto dormitorio
donde el amor también de las batallas
perdidas y aquella independencia vietnamita
Ho Chi Ming cuando besó mis labios
ya nada fue importante y supe de la Historia Natural
de los monzones de la armonía que amansa al Universo
del fracaso como principio y no importó
que el General pisase los recuerdos de mis muertos
con sus botas sudadas ser paria o proletario
quedaba en la caricia o el abrazo pero dejó de comer
y mi utopía fue de bollería pasteles empanadas París
tuvo la culpa de la contradicción
por eso quiero viajar con ella allí o quizás nunca
el amor creció a la par que las camas por hacer
los hijos volver a las banderas
para arder de desencanto fue otra cosa
la práctica diaria el tedio los nombres tachados
y la cruz entre gladiolos amar ahora resulta
soportar las labores de la casa quizás algún abrazo
un beso un verso.
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