POEMA ROTO
Cuánto duelen algunos seres deshumanizados…
Entonces el sufrimiento se posa sobre el corazón, y no hay palabras
que reconforten tanto hastío, vacío y dolor.
De esa manera ocurre que uno vuelve a la memoria y a los recuerdos como asidero para respirar.
Recuerdas cuando hacíamos noviembre entre remolinos de hojas muertas,
y dibujábamos corazones en el vaho de los cristales de las ventanas de la soledad.
Éramos tan inmensamente niños que la inocencia jugaba a la comba con nosotros.
En los confines de lo humano, no necesitábamos nada más para abrazar una tierna y pálida felicidad.
Ahora, casi es una vida póstuma, esta que nos imponen…
Habrá que calzar de nuevo los viejos zapatos, esos roídos por los tropiezos
con las piedras diarias, y dejarse llevar por ellos…
Ellos saben los caminos de regreso, y así nos convertimos en trotamundos de nosotros mismos, sin llegar a ningún sitio.
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