Habla de la realidad
desde la cuenca vacía de un ojo cubierto
por la gruesa tela de un parche.
Negro.
Y el parche se inflama y se diluye en los recovecos
de una piel muy fina
respirando el humo y las sombras de un bar que nunca cierra.
Habla y surgen de la noche cadáveres y es
la realidad que se dobla e inflama
mientras el alcohol nos acerca y aleja del terror
a descubrir lo que se oculta
tras las puertas batientes del olvido.
Habla de la realidad,
y yo, la mujer del sombrero,
comprendo que habré de escapar de esta quietud,
del aliento inodoro de las ficciones que pueblan mis noches,
de una juventud que parece no acabar nunca y se prolonga
y se burla de mi incapacidad para enfrentarme a la vida.
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