28 noviembre 2013

Marina Arrate






Marina Arrate (Santiago de Chile, 1959). Es poeta y psicóloga. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Este lujo de ser  1986);  Máscara negra (1990); Tatuaje (1992) --estos tres últimos títulos reeditados en 1996 en Argentina por la Editorial Tierra Firme; Uranio (1999) y Trapecio (2002) por el cual recibe, en el 2003, el Premio Municipal de Poesía. En el año  1995 obtuvo una Mención Honrosa en el Premio Neruda de Poesía otorgado por la Fundación Neruda, y una Beca de Creación otorgada por el Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes (Fondart) del Ministerio de Educación. En dos oportunidades (2001 y 2004) le fue concedida asimismo la Beca de Creación del Fondo de Fomento del Libro y la Lectura, del Ministerio de Educación. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés y al francés. Es Directora de la Editorial Libros de la Elipse, dedicada a la publicación de poesía. Su última obra (2010) es Reescrituras de la Araucana.



Para que me amaras
maquillé yo mi rostro de negro
y así pintada
ascendí de nuevo al escenario
monstruosa y deformada.

Quería mostrar lo negro
de mi oculto rostro
(Atrás las maquilladas capas)
Quería ser
mimo del terror
ser fascinante.

Ahora,
de espaldas a ti,
miro el guante negro que cubre
la superficie blanca de mi brazo
de mi brazo níveo de pura porcelana
cristalina y china
y en el cuerpo
delgado y nervioso
el vestido negro que ajusta
como otro guante
la silueta contoneante
de la predilecta lujuriosa.

Un abanico antiguo de conchaperla
remolineo en mi muñeca
y en el aire se muestran
los revueltos pelos de mi axila.

Pero es mi espalda la que te enfrenta, observa,
mi espalda curva
insinuante y desnuda.

Enrosco mi verde manto
de Eva y acometo:
qué placer éste de bajar lenta,
suave, sensualmente
el cierre eclaire que encierra su grupa.
Todo el vestido cede
y su contorno bruno.

Esta es la entrada triunfal
de la carne en el estrado:
blanca es y redonda,
firme y suave.

Y en derredor todo es
rojo y oscuro.

Plateada es la caminata en el sendero
y su redonda luna.
Es hora, date vuelta, princesa,
enséñame tu rostro.

-Momento -murmuro con voz ronca-
que no hay nada.
Sino un giro violento de mi oculto rostro.
Primero: vampira con dientes de sangre y ojos
Negros de cadáver y
después: la consumida.

Y todo nada más que un espectáculo
para que vieras a esta deformada
y la amaras
con terror y piedad.

 

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