25 diciembre 2013

María José Collado


               

Máscara



Cruza el umbral, vergel de sencillez,
deja su otro rostro, el de metal,
rígido, inanimado en la pared.
En las habitaciones de su casa
recupera el molde de sus rasgos,
la sensatez, el hilo del corazón.
Cae debilitada la costra, expira
por todos los sumideros de la piel,
regresa al origen placentero.
La indiferencia, la impostura,
capas unidas a la ropa triste,
a la exigencia de reglamentos,
fulminadas como molestas moscas.
Desahogado el tiempo respira
se hace música, idea, horizonte,
santuario único, inexpugnable.
Fuera ladra la noche apaleada
por uniformes y llaves inglesas,

pacta un armisticio con la luna.




Pintura de : Antonia Naranjo Paris.

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