la tarde abandonada gime deshecha en tus brazos.
entran por la ventana recuerdos
y del cielo caen suspiros rotos, quimeras lastimeras.
tu cuerpo viene con lentitud hacia mí.
mas no comprendo la elíptica honda de tus manos
ni el lento azúcar caminar de tus pies descalzos.
cierro los ojos y me vuelvo.
siento miedo.
pero tu cintura, de abierto caramelo, busca mis ojos asustados
con tu piel tendida para la siesta,
con tu carbón ardiente entre las piernas.
y erguida mi lanza preparo
para atenazar el espasmo de tus muslos
para oler a repentina selva
para regar de melaza tu sexo
para amarte y perderme en la danza de tu cuerpo
en esta tarde de fría lluvia y de silencio
que deshecha gime entre tus brazos.
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