Me alejas, me acercas.
Me atraes.
Me encuentras.
A fuerza de palabras precisas.
O de silencios infinitos.
O soy yo la que se pierde.
Y vuelvo, y te encuentro.
Porque no tengo voluntad, la he perdido.
Una y otra vez.
Una y mil veces.
Y mil veces más.
Como si me tomaras por los hombros.
Frente a mí.
Marcando tus pasos con firmeza.
Y me hicieras retroceder al punto de partida:
aquel día que ví tus ojos que desvelan
lo que nunca me dirás.
Esto debe ser amor.
O somos dos delirantes que no conocen el olvido.
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