01 abril 2014

Joaquin Margarit

Joaquin Margarit

DATOS BIOGRÁFICOS

Joan Margarit i Consarnau nace en Sanaüja, en la comarca de la Segarra, en un momento de la Guerra Civil Española cuando el frente de Aragón ya estaba cerca de aquellas tierras, el 11 de mayo de 1938, hijo de Joan Margarit i Serradell, arquitecto, de Barcelona, i Trinitat Consarnau i Sabaté, maestra, de L’Ametlla de Mar.Sus padres se habían casado en julio de 1936 en Barcelona, pero la Guerra Civil les obligó a retirarse a Sanaüja, en la casa de la abuela paterna.
Acabada la guerra y hasta el año 1948, la familia cambia muchas veces de domicilio: Barcelona, Rubí, Figueres y Girona. De vuelta a Barcelona, la família vive enfrente del Turó Park y Joan Margarit cursa el bachillerato en el Instituto Ausiàs March que entonces estaba situado en la calle Muntaner.
El año 1954 la familia se traslada a las islas Canarias y, desde 1956, Margarit pasa los cursos académicos en Barcelona para estudiar arquitectura, en el Colegio Mayor Sant Jordi, donde residirá hasta el año 1961. En 1962 conoce a Mariona Ribalta, con la que se casa el año siguiente, instalándose en la calle Sardenya de Barcelona, junto a la plaza Sanllehy. Allí nacen sus hijas Mònica, Anna y Joana, y su hijo Carles.
Margarit se había dado a conocer como poeta en castellano en 1963 y en 1965. Después de un largo paréntesis de diez años, escribe “Crónica”, publicado por su amigo Joaquim Marco, director de la colección “Ocnos”, de Barral Editores. A partir de 1980, inicia su obra poética en catalán.Desde 1975, Margarit y su família viven en Sant Just Desvern, donde también está el estudio de arquitectura que comparte con Carles Buxadé, el amigo y socio, desde 1980. Desde 1968, Margarit es catédrático, jubilado actualmente, de Cálculo de estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.



DE LA TERNURA

No te abandonarán.
El tiempo pasará,
se borrará el deseo,
esa flecha de sombra
y los sensuales rostros,
bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti,
al fondo de un espejo.
Transcurrirán los años.
Te cansarás de libros.
Descenderás aún más
y perderás también la poesia.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que hayas guardado
serán tu última literatura.

No tires las cartas de amor.

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