15 abril 2014

Mar Blanco




Amé una vez a un hombre
que acariciaba mi piel
como las cuerdas de un arpa.
Sacó de mi
un concierto de palabras,
el silencio aconteció de piedra

en alegría.
El no dejó de resonar
ni un solo día
en la orquesta del espacio.
Aunque pasados los principios,
fue
un concierto en solitario.
Solo se escuchó mi corazón.

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