Amor en verso
Y
si no miro a los ojos, no es porque mi conciencia esté o no esté
tranquila: evito la mirada porque sé que en la mía hay batalla, que hay
fuerza, porque sé que a quien mire le lleno de dolor, que mirarte es un
golpe y un reproche, que no puedo mirar en prosa limpia, que miro
siempre en verso, en trágico y doliente y excesivo y poseso amor en
verso, que miro siempre en golpe, que miro siempre en vuelco.
Y
si no te han llegado mis palabras, si no las he enviado, si no he
escrito el correo, es porque verso a verso el dolor me lo trago y lo
condenso, y antes que estalle en furia y en desdén y en mentiras de esas
que solo son ahogo del que escucha, desahogo del viento, antes que
hacerte daño de una sinceridad que no es tan fiel, antes que reprocharte
lo que es solo mi sueño, mi ver tu realidad, mi concebir desiertos,
antes que escribir truenos para que empiece el cielo a copiar mis
incendios, prefiero hacer la paz con la palabra agua, hacer la paz y el
aire con la palabra verbo, hacer que salga el sol con la palabra vienes,
hacer que cese el frío con la palabra quiero. Pero tengo que hacer un castillo de blancos en que albergar mi reino, tengo que hacer un amplio espacio en el pantano de mi pecho: tengo que desahogar sin jamás escribirte en agua y en candor y en soledad mi infierno.

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