17 mayo 2014
María A Fernández F
INMOVILIDAD
Pensaré que te conocía. Pero en realidad eras tu el que me conocía a mi. Nunca correría tras de un hombre. Pero pasados estos años pienso que debí caminar un poco más rápido que ese día.
Cuando aquel domingo nos despedimos, me moví tan poco que parecía estar hecha de hielo y habitar entre los muertos.
Y te fuiste despacio esperando el avistamiento de un latido, una señal, una artesanía. Pero sólo se escucharon las palomas en el campanario de una catedral.
Es extraño como una simple inmovilidad puede costar la risa de toda una vida. ¿ quisieras caminar mañana ?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)


No hay comentarios:
Publicar un comentario