19 junio 2014

Daniel Casado,




Ahora,

cuando es más dura la luz

y el silencio cae, ancho

como un río de mercurio

sobre nuestras sienes, levanto aquí,

memorial y póstumo, tu recuerdo.

Elevo estas manos

que tu cintura alzaran

como un soplo, furtivas,

y las convoco ahora

al antiguo oficio -inútil-

de la melancolía.

Son manos -solías decir-

de pianista, albinas y huesudas,

inocentes y tibias. Las apretabas

contra el pecho y soplabas

sobre ellas como al final de un truco

de magia.

Ahora,

cuando es más dura la luz

y el silencio cae, ancho,

con un bostezo amargo

en su pupila, miro, a solas,

mis manos.

Sólo en ellas parece posarse,

siquiera un segundo,

el abrasado gesto de tu amor.

No hay comentarios: