24 junio 2014

• José Sánchez del Viejo •



ALBA





Otra vez
el albor inicial del oro
amamantó a las horas nuevas
para que se hicieran multitud,
y del conjunto formado
tomó cuerpo el nuevo día.
De sus profundos bolsillos
fueron emergiendo alondras
que poblaron los oteros
para ir sembrando la risa
en ese paisaje romo
de flores y de arboledas.
Un duende distinto a todos
enarboló los caminos
en las cuatro direcciones,
para que los hombres libres
no se sientan recortados
y tengan sus proyecciones
más allá del horizonte
y sigan, sigan y sigan
atesorando en sus arcas
paisajes, soles y amigos.

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