03 junio 2014

Magda Robles




Avernos de andar por casa


Lo veo en tus ojos cuando tiendes la mano.
Tú y yo sabemos
del descenso a los infiernos.
De ese averno de mil cenizas,
y palabras malditas escritas al viento.
De un paraíso en escala de grises
que aborrece el azul celeste.

Yo me reconozco en la caída.
Sin embargo tú,
ocultas en incienso
el azufre de tu boca.

No quedan ya corderos suficientes
que sirvan de coartada a tanto lobo…      





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso poema

g dijo...

Dolor concentrado en muy pocas verdades.