Avernos de andar por casa
Lo veo en tus ojos cuando tiendes la mano.
Tú y yo sabemos
del descenso a los infiernos.
y palabras malditas escritas al viento.
De un paraíso en escala de grises
que aborrece el azul celeste.
Yo me reconozco en la caída.
Sin embargo tú,
ocultas en incienso
el azufre de tu boca.
No quedan ya corderos suficientes
que sirvan de
coartada a tanto lobo…
2 comentarios:
Precioso poema
Dolor concentrado en muy pocas verdades.
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