03 junio 2014

Tomas Soler Borja. Acróbata







DE TANGO.

Era una mujer
de tango.
De tacón afilado
y falda de tubo.

Vestía de negro
y en sus ojos el infinito.

Imposible no morir
en sus brazos.
Negar sus labios
un esfuerzo en vano.

Y así, noche
tras noche
durante un tiempo
que se evoca en un suspiro.

Luego despertaba
empapado de ausencia
y ahí la vida:
monótona, previsible,
sin música.

¿Era un sueño recurrente,
un hechizo,
qué?

Pena.
Nada más bajar los párpados
se duerme con ella en sus retinas
pero ya no regresa.

Parece ser que se acabó.

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